Un día de visita a un colegio bilingüe a nivel Preescolar, me encontré sumergida en una clase que tenía como propósito enseñar el sonido de la letra inicial de una palabra, como paso previo a la escritura.
El ejercicio que planteaba la maestra era sencillo. "Digan por favor, palabras que empiecen con "A" (enfatizando el sonido, sin apoyo visual de la letra)
Como niños, la lógica obvia a la solicitud estaría relacionada estrictamente al sonido que se asemejaba a decir "A". Los alumnos pronto iniciaron una lluvia de palabras dichas en turnos según se les iban ocurriendo. "Amor" "Ana" etc. La maestra aprobaba lo dicho asintiendo con la cabeza, hasta que uno de los alumnos alzó la mano y sin esperar que se le diera la palabra, lleno de emoción exclamó: "R2D2" (pronunciado en inglés)
La maestra le miró desconcertada sin saber si aprobar o no la respuesta. Los demás alumnos continuaron participando y lo dicho por el alumno pasó desapercibido sin retroalimentación.
¿Se equivocó el niño?
¡Claro que no! Y aquí iniciamos la reflexión.
Sin más parámetro ni contexto que sólo decir palabras que inicien con "aaaaaaaa" la respuesta del niño es correcta. Finalmente si decimos el nombre de este afamado personaje de Star Wars, nos sonará inicialmente con "aaaaa" Lo interesante es que siempre tenemos alumnos en el salón de clases que van más allá del esquema en el que ya hemos encuadrado los ejercicios. Saco esto a colación, puesto que las palabras que los demás niños mencionaban estaban escritas en el pizarrón, lo que sugiere que ya habían sido trabajadas con anticipación. La creatividad de este pequeño que le llevó a explorar en su bagaje de palabras distrajo a la maestra de su guión y más triste, le dejó sin retroalimentación.
¿Cómo lo hubieras manejado tú?
Sugerencia: aunque sean pequeños, demos el encuadre necesario para que ellos puedan moverse dentro de criterios. Si serán palabras en inglés o español, si se valdrán nombres o sólo objetos. Y si un alumno nos sorprende, concedámonos el tiempo de validar o no su respuesta, porque es valiosa y nos puede llevar a otro aprendizaje que no teníamos previsto. Para estos alumnos, esos momentos son brillantes y abren puertas que no todos suelen abrir. ¿Te imaginas que la maestra hubiera escrito el nombre en el pizarrón y enseñado deletreo a partir de esa pregunta? Todos juntos, en inglés: R - 2 - D - 2
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